MISTICISMO AMBIENTAL
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Fuente: Pinterest
Hay una pregunta sencilla que, en estos tiempos de generaciones cristalinas, parece tener respuestas complejísimas: ¿Quién creó la naturaleza? Para algunos escépticos, se creó por sí misma, lo que evidencia que tal afirmación cae en el terreno del panteísmo. La idea fundamental del panteísmo es que “Dios”, el universo, las criaturas y la vegetación son una misma esencia que concibió su propio origen y su propia forma de vida.
Igualmente, en una obra escrita que lleva por nombre Gaia: Una Nueva Visión de la Vida Sobre la Tierra, libro escrito por James Lovelock a mediados de 1979, en su prefacio esboza la siguiente noción:
LA MADRE TIERRA: GAIA
“El concepto de Madre Tierra o, con el término de los antiguos griegos, Gaia, ha tenido enorme importancia a lo largo de toda la historia de la humanidad, sirviendo de base a una creencia que aún existe junto a las grandes religiones. A consecuencia de la acumulación de datos sobre el entorno natural y del desarrollo de la ecología, se ha especulado recientemente sobre la posibilidad de que la biosfera sea algo más que el conjunto de todos los seres vivos de la tierra, el mar y el aire. Cuando la especie humana ha podido contemplar desde el espacio la refulgente belleza de su planeta, lo ha hecho con un asombro teñido de veneración que es el resultado de la fusión emocional de conocimiento moderno y creencias ancestrales”.
Como bien lo menciona el comentario anterior, el misticismo ambiental parte de la premisa de que la naturaleza debe ser venerada como una especie de divinidad central. De la misma manera, puede ser una guía espiritual de diferentes formas de tradiciones animistas y paganas. Por esta razón, Lovelock supuso que la vida y un entorno favorable evolucionaban juntos en un sistema de retroalimentación positiva. Por lo tanto, consideraba que la Tierra misma es un superorganismo viviente que, de hecho, se ha creado a sí mismo. Así, Lovelock puso las cosas al revés. En lugar de reconocer que el Señor creó el mundo perfectamente adecuado para que el hombre ejerciera su dominio y mayordomía como una forma de adoración hacia Dios, concluyó que los seres vivientes construyeron su propio hogar.
Lovelock imagina la Tierra en evolución como “una figura femenina y compasiva, manantial de toda vida, de fecundidad…”. Un contemporáneo de Lovelock, el novelista William Golding (autor de El señor de las moscas), declaró que todo lo vivo merece un nombre y propuso “Gaia”, la diosa Tierra de los griegos. Así se convirtió en Gaia. Lovelock y otros pensadores sostienen que la diosa de la Tierra ha sido adorada constantemente desde la antigüedad. Además, Lovelock sugiere que la veneración católica romana de María es una forma de adoración a la diosa.
EL AMBIENTALISMO ES UNA RELIGIÓN
Es por esta razón que el ambientalismo se ha convertido en una verdadera corriente religiosa. Los matices y rumores religiosos han insinuado durante mucho tiempo un “nuevo paganismo”, pero ahora ese paganismo está claramente presente. ¿Qué tiene el ambientalismo que lo presenta como una cuestión religiosa? ¿A dónde nos llevará este nuevo fervor?
Actualmente, todos los temas políticos, económicos y judiciales se suscitan en torno a la justicia ambiental. Sorprendentemente, gran parte del fervor detrás de la religión pagana y panteísta del ambientalismo proviene de un ataque profundamente arraigado a la herencia judeocristiana occidental, en especial a la tradición puritana reformada y calvinista, que más impulso dio a la definición de que Dios creó la naturaleza para que sirviera como entorno de mayordomía, donde el hombre pudiera ejercer su dominio como embajador de Cristo.
Sin embargo, como dijo Chesterton: “El que no cree en Dios creerá en cualquier cosa”. Estos axiomas explican por qué los grupos de agitadores modernos empiezan a parecerse más a sectas religiosas que a grupos de serios eruditos que buscan ejercer sus investigaciones de manera diligente y objetiva.
En un artículo de Science de 1967, Lynn White inició el debate sobre la ética escribiendo:
“El cristianismo, en absoluto contraste con el paganismo antiguo y las religiones asiáticas, no sólo estableció un dualismo entre el hombre y la naturaleza, sino que también insistió en que es la voluntad de Dios que el hombre explote la naturaleza para sus propios fines… El cristianismo hizo posible explotar la naturaleza en un estado de ánimo de indiferencia hacia los sentimientos de los objetos naturales”.
LA MAYORDOMÍA AMBIENTAL
La conclusión de White fue que necesitamos una nueva ética ambiental. En lugar de apoyar la dominación ilimitada del hombre sobre la creación, donde la naturaleza no tiene razón de existir salvo para servir al hombre, debemos sustituirla por la idea heterodoxa de la igualdad entre las criaturas.
En la página web del Instituto Acton, en su artículo ¿Es el ambientalismo la nueva religión pagana?, se sostiene que las ideas de White fueron desarrolladas por una variedad de pensadores. En artículos como ¿Deberían los árboles tener prestigio? Hacia los derechos legales de los objetos naturales y ¿Tienen derechos las rocas?, los escritores plantearon cuestiones legales sobre los derechos de la naturaleza. Los filósofos argumentaron que la “ecología superficial” de los principales grupos conservacionistas es demasiado antropocéntrica o homocéntrica, es decir, centrada en el hombre, y que está dirigida únicamente a mejorar el medio ambiente para beneficio humano. La “ecología profunda”, por otro lado, promueve una visión del “igualitarismo biosférico… el derecho de todas las cosas a vivir y florecer”.
Asimismo, los defensores de los “derechos de la naturaleza”, como Joel Schwartz, sostienen que todas las cosas son creadas iguales, deben ser veneradas como fines en sí mismas, intrínsecamente valiosas aparte del hombre, y tienen iguales derechos a su propio tipo de “autorrealización”, sin interferencia ni explotación humana. No reconocer tales verdades, dicen, conducirá a nuestra caída.
PANTEÍSMO AMBIENTAL
Este tipo de panteísmo ambiental, descrito de manera catastrofista por Joel Schwartz, también es manifestado por personas vinculadas al movimiento de la “nueva era”, quienes ven a Gaia como una nueva manifestación del rechazo total al Dios verdadero. Como se describe en un artículo de 21st Century Science and Technology (Roger A. Maduro, 1989, septiembre/octubre, págs. 50-58), la teoría de Gaia es particularmente pérfida y maligna, porque atrae a sectores de la sociedad que quizás antes no habían sido tocados por la “nueva era”, llevándolos a actitudes paganas y anticristianas.
En lugar de promover una visión herética o anticientífica, o de proliferar un nuevo paganismo ambiental, un enfoque alternativo y legítimo sería aceptar la soberanía y omnipotencia de Dios sobre la responsabilidad humana hacia la naturaleza. Encontrar una manera de guiarnos en el ejercicio de este dominio a través de los derechos de propiedad, de la vida y la libertad —que son derechos inalienables basados en las Santas Escrituras— facilitaría una orientación más correcta en la gestión ambiental, ayudando así a minimizar la confusión sobre la relación adecuada entre el hombre y la naturaleza.
CONCLUSIONES
El misticismo ambiental representa un rechazo terrible del Dios vivo, y las implicaciones de este fanatismo pagano son totalmente idolátricas y vehementes. Que estas actitudes estén asolando la sociedad es un motivo palpable de preocupación. El movimiento por los derechos de los animales y muchas campañas ambientalistas son manifestaciones de este misticismo pagano. Sin embargo, nuestra inquietud aumenta al saber que muchos no consideran estas ideas idólatras como algo alarmante. Movimientos ecologistas influyentes sugieren que el reconocimiento universal de las necesidades de la Tierra es obligatorio para la supervivencia de la vida. La sociedad, dicen, debe renunciar a algunas libertades por la causa de la supervivencia. Es posible que ya no se tolere la libertad de pensamiento. Por lo tanto, puede que no pase mucho tiempo antes de que la libertad de adorar a nuestro Señor sea vista como una amenaza a la supervivencia del planeta. Las señales están en todas partes, incluso en el gobierno. Estemos atentos a las primeras escaramuzas, que probablemente vendrán en forma de amenazas a la educación cristiana.
Seguramente no podemos olvidar la descripción del hombre incrédulo en Romanos 1:25: “El cual cambió la verdad de Dios en mentira, y adoró y sirvió a la creación antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén”.
Gabriel Maza
Ingeniero Ambiental. Cristiano Reformado. Miembro de la Radio Presbiteriana Reformada
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